CUENTO: PERIQUERA
Los de palmas blancas adoran sus pies, desean entrar en el barro para saber cómo se siente el ardor de sus manos junto a las estrellas.
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Estar baboso por alguien [Chile, estar coladito por una mujer]. Actuar un despojo. Enterrar el altura. Y así fue.
Joven amante homosexual pasivo. La madama sabe que tiene que girar, debe entrar y satisfacer cada demanda de esa cara repulsiva, de esas manos violadoras y de ese cuerpo sudoroso de becerro sucio. En el funeral de Maxi me encontré con Carlos después de varios meses. O sea: alcanzar la condición de "gai" constituía, en su tiempo, una aspiración propia de la cultura juglar [La Avanzada, No podía. No pudiste gritar ni correr.